Contador Público de profesión, aunque no por vocación. Mi vocación la fui descubriendo ya entrada en mis 40 ‘s, cuando asumí el desafío de transitar conscientemente mi camino de autoconocimiento. Y digo conscientemente, porque en realidad este camino lo comencé a andar en el 2008, con lo cual, llevo más de 15 años de carrera vocacional; solo que para ese momento no lo sabía, ni imaginaba que trabajar en mí, indagar en mis pensamientos y en lo más profundo de mis miedos, deseos y creencias, me llevaría a este feliz término… porque sí, fue eso justamente lo que me trajo hasta acá, y ahora puedo decir con total certeza que: mi vocación es acompañar a otros en su propia búsqueda. Los acompaño a conocerse a sí mismos, a encontrar su propósito y a reconocer que la felicidad es un derecho y a disfrutarla, porque solo así podemos diseñar y manifestar el destino que queremos.
Soy una fiel creyente de que podemos transformar nuestra vida en el momento que lo decidamos, y estoy convencida de ello porque yo misma he transformado la mía, y es así como me he convertido en una investigadora insaciable de temas que me permitan hallar herramientas para seguir creciendo en mi propósito.
De esta manera, siguiendo mi vocación, en los últimos años me he capacitado como facilitadora en inteligencia espiritual, profesora de yoga vinyasa y coaching por valores.
Soy la menor de doce hermanos (7 hombres y 5 mujeres), aunque por mucho tiempo dije que éramos once. Y es que uno de mis hermanos varones dejó este plano siendo pequeño, cuando yo ni siquiera había nacido, entonces nunca lo incluí como parte del clan. Gracias a mi trabajo personal entendí que él ocupa un lugar en la familia y como tal, tiene derecho a pertenecer, se llama Alberto y hoy quiero honrarlo.
Me encantan los desafíos, establecerme metas (y cumplirlas). También caminar al aire libre, practicar yoga, meditar, madrugar, leer y tomar jugos verdes. Me gusta el orden, el silencio y mantener la calma. Amo y disfruto la soledad, ¡me ha enseñado tanto!
Soy una firme practicante de la manifestación consciente porque siempre estoy manifestando la vida que quiero.
Mis cinco valores fundamentales ahora los tengo claros:
1. Espiritualidad,
2. Privacidad,
3. Determinación,
4. Optimismo
5. Flexibilidad.
Tengo otros más, pero estos cinco encabezan mi sistema de valores. No fue sencillo destaparlos, eso debo reconocerlo. Hoy, forman parte de mis pilares y han sido elementos clave en mi autoconocimiento. Conocerlos me ha permitido establecer límites, decir que “NO” cuando pareciera que voy contra lo establecido, y especialmente, vivir cómoda conmigo misma.
Mi número natal es el 5. Mi astróloga una vez me dijo que ese era el número del buda, no sé si será cierto, pero me gusta la idea, así que me quedo con eso. También en el eneagrama me identifico con el eneatipo 5, y saberlo me ayudó a comprender más. Según mi carta natal, mi color es el anaranjado y debería usarlo cuando quiero brillar, sin embargo, me siento más cómoda y en mi centro cuando uso el verde, es mi color favorito.
Mi estado civil: casada. Me casé una semana después de cumplir 39 años, con lo cual fui rompiendo patrones. Nunca me desesperó pensar que me podía quedar soltera o sin hijos a pesar que tenía mucha gente detrás de mi, preocupada por esa posibilidad. Me convertí en madre primeriza el día que cumplí 43, y me permito vivir la maternidad con pasión, entrega y total disfrute.
Y ahora, a punto de cumplir 50 (quizás cuando me leas ya los haya cumplido) me he propuesto un nuevo desafío: “No dejar pendientes en mis próximos 50 años, es decir, voy a vivirlos sin dejar de hacer lo que quiero hacer.”
¿Y cuándo debo comenzar?
¡Aquí y Ahora!